La torre fuerte de Villalobar, conocida en el pueblo como “El Torrejón”, se encuentra a la entrada norte del municipio junto al arroyo de Garcitún que desemboca en el Río Oja. La torre se construye sobre planta cuadrada y sus muros son de piedra de sillería, con un grosor de 1,20 m (los muros N y O), de 1 m (el muro E) y de 0,83 m (el muro S). Alcanza una altura de 11 metros y se cubre con tejado a cuatro aguas que descansa sobre una cornisa con canes de modillones de dos rollos.
La primitiva puerta de ingreso se encontraba en el primer piso orientada al oeste, cegada en la actualidad al haberse adosado un edificio a la torre. Por ello la entrada hoy se realiza por la planta baja en el lado oeste. En las caras norte y este se conservan varios vanos originales. En el primer piso y hacia el norte, una ventana rectangular apaisada con dintel de intradós arqueado. En el tercer piso dos ventanas de menor tamaño con dintel en arco apuntado. En la pared sur se abrieron mucho después cuatro vanos adintelados.
El interior de la fortificación ha sido modificado, ya que los actuales forjados no corresponden al exterior con los vanos originales; en el exterior cuenta con un recinto trapezoidal adosado por el este, defendido por una cerca de piedra de sillería.
El Torrejón es hoy propiedad de la familia Sáenz de la Torre-Rioja, de Villalobar de Rioja, pero a lo largo de su historia ha sido testigo de varios acontecimientos.
Doña Sancha Ruiz de Rojas donó al cabildo de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada todas las heredades que poseía en Villalobar de Rioja. Es posible que firmara el acta de donación en El Torrejón, palacio de su propiedad que sin embargo no se menciona en dicha donación.
La primera noticia de la torre data de época de los Reyes Católicos, cuando Doña María Manrique de Quiñones, viuda de Pedro Duárez de Figueroa la dona al monasterio de San Miguel de la Morcuera. En 1514 este monasterio es obligado por la Corona a vender la torre a la Ciudad de Santo Domingo por 80.000 maravedies. A lo largo de los siglos XVII y XVIII los propietarios de la torre fueron la familia Samano, teniendo posteriormente varios dueños.